¿Por que el feminismo es un problema social?

¿Por qué el feminismo es un problema social?

El acoso, la violación, el secuestro, la trata, el amedrentamiento, la discriminación y el abuso presente en múltiples espacios (laborales, escolares, familiares) han sido signos inequívocos de un permanente asedio a las mujeres, que lejos de disminuir se ha agudizado en los últimos años.


La Historia tiende a presentar los avances sociales conseguidos por las mujeres como la consecuencia de un progreso que marcha por sí solo, como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han influido. En cambio, la reconstrucción de la Historia muestra que las mujeres sólo han logrado conquistas sociales allí donde y cuando ha habido mujeres luchando y protagonizando esas conquistas. Han sido las luchas de muchas mujeres, las que nos permiten hoy gozar de derechos que en un pasado muy próximo fueron negados. Mientras no cambien las sociedades en las que vivimos, serán básicamente las reivindicaciones y éxitos de las mujeres las que permitirán seguir avanzando en la igualdad formal -legal- en unos casos y en la igualdad real -de oportunidades y trato.




El pensamiento feminista ha ejercido en las Ciencias Sociales en las últimas décadas una influencia cuyo alcance todavía no podemos dimensionar. Especialmente en el plano de la teoría social se reconocen problemas, perspectivas, conceptos y formas de historización que hace menos de medio siglo no existían. Esto nos sitúa ante un problema teórico; un problema epistemológico (es decir, de perspectivas) y un problema político (en el sentido de la fuerte carga política que tienen las intervenciones feministas en la academia). Considero que estos componentes se muestran tanto en la definición de objetos de estudio y de intervención, como en la elaboración de categorías que actúan siempre el gesto de escribir la diferencia sexual desvinculada de su naturalidad. Es decir, de cuestionar la naturalización de lo femenino (y como consecuencia derivada lo masculino) y de mostrar que las identificaciones sexuales no pueden reducirse a las propiedades biológicas de los cuerpos, ni a los roles sociales, sino que son el producto de complejas tramas de representación y poder. Pero además y en el mismo movimiento de cuestionar la división entre naturaleza y cultura. La vitalidad crítica de la teoría feminista tiene que ver con la rigurosidad con la que asume sus tensiones y también con cierta inestabilidad en el menú de intervenciones que ofrece y que le permite poner en diálogo (no siempre, o casi nunca, armónico) el activismo y la militancia social, con la intervención teórica y la práctica académica. En este trabajo pretendo recorrer la actualidad del pensamiento feminista en relación a los tres componentes mencionados y plantear su vigencia tomando como ejemplo algunas intervenciones locales referidas a la violencia de género. 



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